Yo surcaba por los espacios infinitos
en busca de una razón que me llenarade los amores perdidos
de los amores sin causa.
Yo huía no queriendo ver el destino
en busca de qué quimera,
en busca de un amor tan arrogante
que en este espacio no cabía.
Era Dios, era la Nada.
Al salir de un recodo del camino
de mis huidas hacia la Nada,
tropecé con una criatura
qeu en su humilde rincón del camino
pedía una limosna por Dios,
para poder dar de comer
a su hijo, que en brazos llevaba
como una paloma herida.
Yo sentí aquel fogonazo
de suplica de aquellos seres que encontré
en un recodo del sendero
en mi cansado viaje.
Me devolvieron un soplo de vida.
Me encontré con un amor que
yo ya había olvidado.
Con cariño recordé
que yo también había sido infante
y que también yo había tenido una madre.
- Francisco Cervera -
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